miércoles, 19 de diciembre de 2007

Ciencia, esencia y lenguaje

La crítica que Popper hace a la pretensión de los esencialista de encontrar “esencias” últimas e inexplicables en la realidad tiene mucho sentido práctico. Desde nuestra humilde y contingente perspectiva humana, decir que las explicaciones últimas son esenciales, que poseen otra explicación más allá de que “así son por naturaleza” nos lleva a un estancamiento del conocimiento, ya que no nos impulsaría a buscar explicaciones más universales, completas y útiles. Creo que un principio que debería seguir todo científico es pensar, al menos por su sentido práctico, en la posibilidad de encontrar leyes con las cuáles se expliquen las leyes más universales de la actualidad, lo que ahora se llama “principios” en sentido moderno.
La ciencia son conjeturas de la realidad que permiten predecir y darnos una idea del mundo. Es cierto que la traslación de la tierra alrededor del sol nunca puede percibirse en una impresión individual, puesto que traslación incluye necesariamente secuencia temporal. Así, el enunciado de que la tierra gira alrededor del sol no encuentra experiencia singular alguna sobre la cual apoyarse. Pero sí podemos, por ejemplo, predecir las observaciones que los satélites hacen de la tierra. Éstas concuerdan con las predicciones que se deducirían de la teoría de Newton, por ejemplo. ¿Es correcto decir, entonces, que sabemos que la tierra gira alrededor del sol? yo pienso que no. Podrían haber cambios en los sistemas de referencias, el espacio podría doblarse y luego extenderse de tal manera que las consecuencias empíricas fuesen iguales a que si “la tierra girara alrededor del sol” en el sentido que lo piensa Newton.
Creo que toda secuencia de hechos finitos podría ser deducida de más de una ley o paradigma. Esto es, todo fenómeno tiene más de una posible explicación científica. Muchas veces no nos la podemos imaginar porque nuestras maneras de ordenar y pensar la realidad están muy arraigadas, sobre todo las ideas metafísicas. ¿Pudo haber concebido un griego la idea del “espacio doblado” de la Teoría General de la Relatividad de Einstein? Yo creo que no. Sin embargo, ahora lo hacemos y es la teoría más aceptada. ¿Significa esto que nada es verdad, que no existe la verdad como tal? Por supuesto que no. Lo que sí significa es que no podemos estar seguros de saberla, la verdad de las teorías científicas puede ser alcanzada, más no demostrada.
Contrastemos esto con la verdad de los juicios singulares. Decimos, “frente a mí hay una mesa roja”. De acuerdo con los significados de las palabras y si hay ciertas impresiones que se identifiquen con ellas, este enunciado es verdadero. Pero también podríamos decir, por ejemplo, “está meseando rojamente”. ¿Que implica este cambio? Implica una concepción metafísica distinta de la realidad. Un pueblo con tal lenguaje concebiría la realidad, por ejemplo, como una sola capacidad, que se manifiesta de maneras diferentes en acciones. Así, la mesa es una acción, por ejemplo, del espacio que se muestra como algo rojo para que nosotros escribamos. ¿Cual de los 2 enunciados es verdadero? Ambos. La realidad empírica de ambos se corresponde con lo que denotan las palabras. ¿Pero por qué parecen diferentes? Porque cada frase también busca denotar algo que sobrepasa la experiencia. El instrumentalista pretendería eliminar ésta metafísica de las cosas pero no se da cuenta de que negarlo también es metafísico. No es posible enunciar algo sobre la realidad sin caer en ciertas especulaciones. También pretendería también decir que esa pretensión de asignarle a la realidad es vacía, una pseudo-idea, pero yo creo que no es necesariamente así. En el caso anterior, por ejemplo, se puede imaginar un espacio con voluntad que decide, análogamente a nuestras decisiones, mostrarse y mantenerse como una mesa, y resistirse a ser penetrado. Para ver como esto es posible, hay que recordar que no entendemos mucho nuestra voluntad y cómo surge. La ignorancia sobre un tema no puede ser argumento para negar una posible creencia; ya el hecho de que tengamos ideas nosotros, que somos materia también, es suficientemente impresionante. Y es que las cosas nos impresionan porque contradicen nuestras teorías previas. Todos los mundos posibles son igual de posibles y verosímiles. Las cosas dejan de impresionarnos sólo porque nos aburrimos, porque se convierten en rutina y dejamos de concebir la posibilidad de lo contrario. Así, cuando un hecho contraría una predicción de nuestras teorías es que sentimos el impulso estético. Pero todo es impresionante sólo por ser y, más aún, por no ser de otra manera aunque hubiese podido serlo.
Como Popper admite cada vez más a medida que avanza en su pensamiento, las ideas metafísicas son muy importantes en las revoluciones y los cambios de teoría. Es difícil concebir algo muy nuevo y, a la vez, su manera de probarlo. Pero esa idea metafísica nos servirá de guía para una investigación de tal manera que, posiblemente, lo incontrastable se convierta en contrastable y , por lo tanto, lo metafísico en científico. Para poner un ejemplo que puede sonar absurdo, podría inventarse un aparato que perciba los “pensamientos” del espacio, si es que los tiene y lo expresa. En caso de que el científico lo busque y no lo consiga, vaya frustración para él, pero la actividad de buscarlo es admirable y, sobre todo, potencialmente muy útil, tanto en sentido tecnológico como teórico. El que busca una explicación no la tiene, porque si la tuviese no la buscara, y quizás no la consiga, porque no hay nada que nos diga que la hay, pero es esta actividad de lanzarse a una especie de terreno nubloso la que ha ayudado a la humanidad a desarrollar sus grandes inventos. Caminar por niebla espesa no implica que no se vaya a encontrar nada, lo que no se vea se podrá tocar, si se nos atraviesa en el camino.
Lo escrito después del primer párrafo tiene la intención de mostrar el carácter inseguro de la ciencia, pero mejorable y con potencialidad de llegar a la verdad. Ahora retomemos la discusión sobre las esencias. Si el esquema explicativo de la ciencia pretende decir cómo es la realidad, necesita inevitablemente concebir la idea de que en algún nivel la explicación de la ley más universal sólo podrá ser de carácter esencialista. El mundo es de alguna manera, ésta creo que es la idea básica del realista. En Popper (y yo comparto su idea), el conocimiento de la verdad de las teorías que describen al mundo no es alcanzable; no sabemos si la manera de nuestras teorías es la manera del mundo. Pero hay algo que sí podemos saber a priori.
Imaginemos que sabemos cómo es la realidad. Que nuestras teorías son verdaderas y completas porque un Dios nos lo dijo (yo no le creería. En realidad quiero evocar la idea de la posibilidad lógica de que es así). Toda explicación causal remite un fenómeno a una regularidad universal. Una ley es deducida de otra. Tal evento (X) es porque todos los eventos tales son así, porque existe tal o tal propiedad que hace que el evento sea. Luego podremos decir que esas propiedades son así porque, siguiendo otra ley, tal y tal cosa sucede. Pero al referirnos a las leyes más universales, no se puede dar ninguna respuesta al por qué de las cosas diferente al “porque así es” o “porque Dios o la Naturaleza así lo quiso”. Dijimos que el científico debe seguir como principio negar esta tentación, porque, precisamente, ningún Dios nos ha dado la teoría del mundo completa y verdadera. Pero debe saberse que, a priori, si se piensa que el mundo es de una manera, las explicaciones últimas (aunque nunca se sabrá si son últimas) son esencialistas.
Esto entra en línea con el “Tractatus” de Wittgenstein donde alude que todo es accidental porque si hay una causa, esta causa es accidental. Las respuestas a los “¿por qué?” del evento X nos dice algo, nos lo hace familiar como un caso particular de algo que siempre sucede, nos dice que es regular; pero una explicación de otra manera que pretenda darnos “causas” sólo crea ilusiones, ya que se remite la causa a una causa superior y así sucesivamente, hasta que al final se da un “porque sí”. Lo cual no quiere decir que la ciencia no explique nada. Al responder a la pregunta de “por qué hay días y noches” se nos dice es porque la tierra rota alrededor de su eje, etc. Esto sucede también por leyes más universales que eventualmente tendrán que terminar siendo esencialistas y decir, “hay infinitas posibilidades lógicas del mundo. Este mundo es así, sigue esta ley. ¿Por qué? Porque sí” (a este estado nunca se llegará porque nunca podremos saber si una explicación es última o no podrá ser englobada por otra más universal así que, cualquiera que de esta respuesta debe despertar dudas en un espíritu inquisitivo). La explicación de que por qué hay días y noches no está completa pero, en la búsqueda de ésta aprendimos algo, por ejemplo, que la tierra gira alrededor de su eje o que está bastante corroborado que sea así; el que quiera negarlo, que presente una teoría que se adapte más a los hechos o, que contenga las mismas consecuencias fenomenológicas pero contenido metafísico distinto.
A mí personalmente me produce un placer increíble escuchar teorías posibles y pensar la realidad con esquemas diferentes. En este último punto es donde creo que la ciencia podría juntarse con el pensamiento Heideggeriano, si tanto los científicos como los filósofos de esta tradición suavizan un poco sus pretensiones.

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